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Bendición silenciosa

DW, EFE, Reuters27 de marzo de 2005

Juan Pablo II reapareció en la ventana de su apartamento que da a la plaza de San Pedro para impartir la bendición "Urbi et Orbi". Aunque hizo un gran esfuerzo no pudo pronunciar palabra alguna.

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El Papa se limitó a bendecir con la mano derecha, sin hablar.Imagen: AP

Todas las miradas de este Domingo de Resurrección estaban puestas en la segunda ventana del tercer piso del Palacio Apostólico para ver al Papa, que no pudo seguir los ritos de la Semana Santa debido a su delicado estado de salud y que aún está convaleciente de la traqueotomía que le fue practica el 24 de febrero para que pudiera superar las varias crisis respiratorias agudas que ha sufrido en lo que va de año.

Todos los ritos los delegó en cardenales, pero no quiso renunciar a impartir la bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y a todo el mundo) en el día en que la Iglesia anuncia la Resurrección de Cristo, el más importante para los más de mil millones de católicos esparcidos por el mundo.

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Imagen: AP

El Papa se limitó a bendecir con la mano derecha, sin poder pronunciar palabra alguna. El Obispo de Roma permaneció en la ventana de su habitación una decena de minutos, desafiando el viento reinante en la desapacible mañana romana.

Siguió la lectura de su Mensaje Pascual, que leyó en su nombre el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, en un folio que le entregó su secretario particular y al final intentó hablar. Sólo pudo emitir un sonido, que no se le entendió y aunque lo intentó de nuevo, tuvo que renunciar a hablar y a bendecir en silencio.

Aplausos y lágrimas

Las decenas de miles de personas presentes en la plaza rompieron en aplausos y muchas de ellas lloraron de tristeza al ver el débil estado de salud del Pontífice y el esfuerzo realizado. El Papa, de 84 años, había estado ausente por primera vez en sus 26 años de pontificado de todos los actos de Semana Santa, que se iniciaron hace seis días con el Domingo de Ramos.

En su Mensaje Pascual, el Papa advirtió que sobre la Humanidad se cierne el peligro de guerras fratricidas e hizo un apremiante llamamiento a la paz. Juan Pablo II invocó la paz para toda la Humanidad, con la mirada puesta en Tierra Santa, Oriente Medio y África, “donde se sigue derramando mucha sangre”. En su Mensaje, la primera vez en sus 26 años de Pontificado que no lo lee, denunció que en el mundo se sigue sufriendo y muriendo de miseria y hambre.