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Carlomagno hizo de Aquisgrán su residencia real, desde la que gobernó un enorme imperio desde el Mar del Norte al Mediterráneo. Para mejorar la comunicación en esta región multiétnica, unificó la escritura e introdujo las minúsculas, ayudado por los sabios que atrajo a su corte pues él mismo ni siquiera sabía escribir.
En el palacio real, el actual ayuntamiento, celebró sus banquetes cortesanos conforme a un estricto ritual: primero comía el emperador, y solo tras él los demás comensales. En 796 puso los cimientos de la catedral, que fuera posteriormente templo de coronación de los reyes alemanes. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978.