Lo que Occidente no entiende de la crisis climática
5 de noviembre de 2019Cuando era niño, Amitav Ghosh siempre supo de dónde venían las piñas. "Venían del jardín, yo veía a la gente que las cortaba en pedazos”, recuerda.
Su jardín estaba en Calcuta, India, mientras que el mío estaba en los suburbios de Manchester, Inglaterra, y todo lo que tenía era un poco de hierba, un árbol y un viejo balón de fútbol. Sin embargo, también comíamos piña, aunque normalmente de lata. Nunca me pregunté de dónde venía la fruta tropical.
En septiembre de este año, visité al autor indio en Brooklyn, en su cocina hablamos de nuestros recuerdos y de la crisis climática. Sobre lo diferente que se perciben las cosas, algo que también se tematiza en su obra "The Great Derangement”, el ensayo de Ghosh de 2016, subtitulado "Climate Change and the Unthinkable”: "El gran transtorno: el cambio climático y lo impensable” (sin traducir aún al español).
El libro comienza preguntándose por qué es tan difícil tratar el cambio climático en una novela moderna en inglés que no sea de ciencia ficción. Concluye que la literatura occidental de los últimos 200 años, ha quedado atrapada en un mundo en el que la comedia y la tragedia humana están separadas de la naturaleza. Esto hace que el debate climático sea muy diferente en Oriente y Occidente.
En su opinión, las novelas occidentales tienen que cumplir dos requisitos: deben ser plausibles y describir la acción humana. ¿Podría pasar esto? ¿Puede nuestro héroe luchar a través de su aventura moral? En cierto modo, su última novela, "Gun Island”, es un intento consciente de liberarse de esas convenciones. Está lleno de giros anormales y de coincidencias improbables, y encuentra espacio para utilizar el cambio climático como telón de fondo.
Crisis y realización
"The Great Derangement” es diferente de otros libros publicados en los últimos años sobre el declive ecológico. "El planeta inhóspito” (2019) de David Wallace-Wells, o "Confesiones de un ecologista en recuperación” (2017) de Paul Kingsnorth, por ejemplo, son libros vitales, pero son obra de hombres estadounidenses y británicos que se han dado cuenta de algo terrible y tratan ahora de encontrar una manera de lidiar con ello.
Ghosh también es consciente de la amenaza existencial, pero no parece tenerle miedo. Cree que la crisis actual dice mucho más sobre el pasado colonial que sobre un futuro destruido. Para algunas personas en este mundo, la catástrofe ya ha ocurrido.
"Tengo un amigo filósofo que dice que todas las proyecciones del futuro son fundamentalmente proyecciones de poder”, cuenta. "Por eso casi siempre son los blancos quienes hacen esas proyecciones, porque realmente están proyectando la desaparición del poder en el futuro. Yo no sé nada sobre el futuro”.
"Vengo de una parte del mundo donde nunca tuvimos expectativas optimistas del planeta ni del futuro”, dice Ghosh. "Sabíamos que habría muchos cambios y los experimentamos muy de cerca. En ese sentido creo que los occidentales creían en la estabilidad y en una promesa de futuro que yo desconozco”.
Occidente también ha llegado a depender de lo que Ghosh llama "discursos de expertos” de los científicos. El resultado, cree, es que la ciencia ofrece a los occidentales temerosos una esperanza en un "desarrollo sostenible” favorable a los negocios, biocombustibles o tecnologías respetuosas con el clima, que creen que salvarán al sistema antes de que se derrumbe.
La alternativa, un cambio de sistema económico a gran escala hacia una nueva redistribución de los recursos, sería impensable. El fin del capitalismo se percibe tan aterrador como el fin del mundo.
"Las personas que experimentaron por primera vez la crisis climática se encuentran en el otro extremo: agricultores, pescadores, esquimales, pueblos indígenas, pueblos forestales de India. Ya han tenido que adaptarse, sobre todo, dejando sus hogares en busca de un nuevo medio de vida”, dice Ghosh. "Los pueblos indígenas ya han vivido el fin del mundo y han encontrado formas de sobrevivir”.
Imperio británico
Ghosh cree que no es una coincidencia que las restricciones mencionadas anteriormente para las novelas surgieran al mismo tiempo que Occidente comenzó a usar combustibles fósiles para impulsar su imperialismo.
"El cambio climático es un aspecto importante del Imperio británico”, afirma. "El Imperio colonial se construyó básicamente con combustibles fósiles. Fue el dominio del carbón lo que le otorgó al Reino Unido una gran ventaja militar sobre el resto del mundo”.
Esa es también una de las razones por las que la energía renovable representa una amenaza para un sistema que Occidente ha construido y defendido durante siglos. "Una cosa es cierta. Si las energías renovables se adoptaran a gran escala, sacudirían por completo el orden político mundial”. Sostiene que el petróleo y el gas tendrían que atravesar estrechos marítimos controlados por EE.UU., Australia, Gran Bretaña y Canadá, lo que les daría una gran ventaja geopolítica.
Poder y justicia
Desde este punto de vista, no es de extrañar que el cambio climático en Occidente provoque principalmente miedo al declive social y la extinción. "Creo que los occidentales sienten que todo el orden está cambiando de una manera que es extremadamente amenazante para ellos”, señala Ghosh.
Por eso, el problema de la injusticia histórica para los pueblos del hemisferio oriental está en el centro del debate climático. "Si usted se dirige a un indonesio, indio o chino, es decir, gente que conoce bien los riesgos del cambio climático, y les dice: ¿por qué no reducen inmediatamente todas sus emisiones? ¿Qué va a escuchar? La respuesta siempre es muy política: Occidente ha creado este problema, dejémoslo todo en sus manos. Ese es el terrible dilema en el que nos encontramos”.
El cambio climático ya ha causado estragos en los países en desarrollo. Sin embargo, se supone que la riqueza que la gente ha acumulado a lo largo de los siglos servirá como amortiguador cuando se produzca un colapso ecológico y prevendrá lo peor.
"Siempre se nos dice que los países ricos se adaptarán mejor. Yo no lo creo. Creo que los países con sistemas muy complejos, como Estados Unidos y Europa, son mucho más frágiles en muchos sentidos. Piense en la distribución de alimentos”.
Y así es como llegamos a hablar de piñas. Y es que es más fácil conseguirlas si están en tu jardín.
(ar/jov)
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