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Alemania al frente del Consejo de Seguridad

3 de febrero de 2003

A partir del 1° de febrero en la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU, Alemania asume un papel protagónico en la toma de decisiones sobre la crisis iraquí. No obstante, difícilmente podrá evitar la guerra.

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Fischer presidirá la sesión en que Powell presentará las evidencias de Washington contra Irak.Imagen: AP

Ya sea que se trate del destino o de una mera casualidad, el orden alfabético quiso que a Alemania le correspondiera asumir la presidencia del Consejo de Seguridad en el mes de febrero. Un mes clave para el desenlace de la crisis iraquí, y también para ese gremio internacional. La sesión del día 5, que será presidida por el ministro de Relaciones Exteriores germano, Joschka Fischer, no será sólo una más: el secretario de estado norteamericano, Colin Powell, se propone presentar allí pruebas contundentes sobre la existencia de armas de exterminio masivo en Irak, con miras a cimentar una plataforma que permita a Washington y sus más estrechos aliados lanzar una operación militar contra el régimen de Saddam Hussein.

Estrecho margen

¿Qué posibilidades de acción tendrá Alemania? En circunstancias normales, el presidente del Consejo dispone de un considerable margen de influencia, ya que da el visto bueno al borrador de la agenda del día, preparada por el secretario general. Además le corresponde decidir si admite otros puntos a debatir. Y entrega a la opinión pública los resultados de las consultas informales realizadas entre los miembros. Es en dichas consultas donde se fraguan alianzas, se presiona y negocia, a puertas cerradas, y se adoptan realmente las decisiones.

En este juego de poder, Alemania no podrá desempeñar más que un papel secundario. Algunos analistas señalan que, con su clara postura en contra de una resolución que diera legitimidad a una guerra, difícilmente podrá actuar como puente, tratando de conciliar posturas antagónicas. También hacen notar que el llamado de ocho estados europeos a cerrar filas con Washington debilitó aún más su posición.

¿Callejón sin salida?

No obstante, el panorama que se presenta al organismo encargado de velar por la paz y la seguridad mundial es de por sí sumamente delicado. Más allá de las habilidades diplomáticas que pueda exhibir o no Berlín, la presión estadounidense se ha convertido en un reto para el foro internacional, y el callejón que apenas si tiene salida. Si las evidencias de Powell no resultan irrefutables, será difícil lograr un consenso en cuanto a la necesidad de lanzar un ataque contra Bagdad.

Pero Washington, mucho antes que Berlín, ya ha definido su posición: la guerra tendrá lugar con o sin la venia expresa de la ONU, y en alianza con quienes estén dispuestos a secundar al presidente George Bush. Y eso será interpretado como un fracaso del Consejo de Seguridad y prueba de su pérdida de eficacia. Ciertamente, Alemania no cuenta con la influencia suficiente para servir de contrapeso a Estados Unidos. Tampoco hay, en rigor, otros países en condiciones de hacerlo. Mérito suficiente sería volver a encarrilar la discusión por la vía de los argumentos desapasionados y los hechos objetivos, de modo que el Consejo de Seguridad pueda tomar decisiones lúcidas. Pero también eso constituye sólo una esperanza.