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Preocupante boom del carbón en Europa

21 de junio de 2012

El abastecimiento energético de Europa no ha sufrido pese a que la producción mundial cayó en 2011. No obstante, el aumento en el consumo de carbón ha traído consigo un preocupante incremento de las emisiones de CO2.

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Imagen: picture-alliance/dpa

El matemático y meteorólogo estadounidense Edward Norton Lorenz (1917-2008), celebrado como el padre de la teoría del caos, dedicó años al estudio científico del efecto mariposa; un concepto inspirado por el antiquísimo proverbio chino “el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, que permite descubrir relaciones causa-efecto entre sucesos o fenómenos aparentemente desligados.

Un buen ejemplo a la mano es el nexo entre los acontecimientos más relevantes del año 2011 y el actual boom del consumo internacional de carbón. Las revueltas populares y la violencia política en varios países árabes condujeron a una caída en la producción de petróleo y gas que generó pérdidas equivalentes a 72 millones de toneladas de crudo, según el informe global más reciente de la empresa energética BP.

El terremoto que sacudió a Japón el 11 de marzo de 2011 y el consecuente tsunami dañaron de tal forma las instalaciones nucleares de Fukushima que la producción mundial de energía se redujo en cantidades equiparables a 115 millones de toneladas de petróleo, de acuerdo con Christoph Rühl, directivo de BP. El precio del crudo ascendió a niveles sin precedentes, pero eso no evitó que el consumo aumentara en un 2,5 por ciento.

Rühl sostiene que el crecimiento económico de muchos países no se vio frenado porque los mercados se mostraron flexibles, sustituyendo unas fuentes de energía por otras, cambiando de proveedores y espoleando el incremento de la producción de crudo en varios países miembros de la OPEP. En Japón se intensificó el consumo de gas líquido y en Estados Unidos el consumo de gas de esquisto redujo el de carbón.

Boom del carbón en Europa

En Europa –donde el consumo de gas se redujo en un 10 por ciento, apunta el experto de BP– se importó el carbón que los estadounidenses ya no usaban. Esta tendencia permitió que el abastecimiento energético del Viejo Continente no se viera perturbado por factores como la “primavera árabe” o la catástrofe atómica de Fukushima. No obstante, lo que es bueno para la economía no siempre es bueno para el medio ambiente.

Ottmar Edenhofer
Ottmar Edenhofer, economista en jefe del Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Potsdam (PIK).Imagen: picture-alliance/dpa

Las emisiones de anhídrido carbónico (CO2) propiciadas por el consumo energético humano aumentaron en un 3 por ciento en 2011. “¡Esa es una cifra gigantesca, alarmante, catastrófica!”, lamenta Regine Günther, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Ottmar Edenhofer, economista en jefe del Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Potsdam (PIK), da por sentado que la generación de gases contaminantes se intensificará.

“Estamos al principio del más grande renacimiento en el consumo de carbón en la historia de la humanidad”, asegura Edenhofer. “En lo que a las emisiones de CO2 se refiere, nosotros somos responsables por las cuotas de crecimiento más pronunciadas; es como si nunca hubiera tenido lugar una conferencia internacional sobre el cambio climático”, señala el especialista de Potsdam. Edenhofer y Günther anticipan un panorama muy oscuro.

Las reservas mundiales de carbón alcanzan para el próximo siglo; las de petróleo, para 54 años; y las de gas natural, para 64. A juicio de Edenhofer, la comunidad internacional debe llegar a un acuerdo y ponerle un precio a las emisiones de CO2 si quiere hacer frente al auge de combustibles fósiles como el baratísimo gas de esquisto, altamente controvertido por los perjuicios ambientales que se le atribuyen y por frenar el ascenso de las energías renovables.

Autores: Sabine Kinkartz / Evan Romero-Castillo
Editor: Enrique López