Afganistán: el tiempo apremia

Die Presse, de Viena: “Los talibanes y Al Qaeda no son mellizos siameses inseparables. Lo que los une es una relación simbiótica. Lo que sirve a uno, sirve también al otro. Si se consiguiera convencer a los elementos talibanes moderados de las ventajas de una cooperación con el gobierno, ello infligiría un daño a Al Qaeda y sería el fin de la simbiosis. No obstante, nadie debería caer en la ilusión de que se puede negociar con los elementos duros de los talibanes. Pero el intento de separar a los más moderados podría dar resultado. La condición mínima es que los talibanes corten sus lazos con Al Qaeda. El tiempo apremia: en otoño de 2011 se cumplirán 10 años desde la llegada de las tropas estadounidenses a territorio afgano. Las tropas soviéticas tuvieron que retirarse, humilladas, después de nueve años. ¿Por qué no habrían de correr los estadounidenses una suerte similar?”

Tareas subestimadas

Neue Osnabrücker Zeitung, de Osnabrück: “En la conferencia de Londres se ha de decidir una nueva estrategia, como señala la canciller Angela Merkel. Pero eso es lo que han venido haciendo casi anualmente los países de la OTAN desde fines de 2001. Cada vez se habló de un cambio. Y con mayor frecuencia aún ofreció Berlín más instructores de policías. Incluso el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, no trepida en ofrecer a sus aliados un par de entrenadores policiales más, utilizando casi las mismas palabras que su antecesor. Pero, de facto, Alemania no ha cumplido esas promesas. Italia fracasa en el desarrollo de un sistema judicial, Gran Bretaña en la lucha contra la droga y la ONU en la reconstrucción de las estructuras civiles. La tarea en Afganistán se ha subestimado en forma negligente.”

Propuesta poco viable

Rhein-Zeitung, de Coblenza y Maguncia: “La idea del ministro de Relaciones Exteriores alemán, Guido Westerwelle, de un programa para quienes dejen la filas de los talibanes, ha sido objeto de burlas. Apenas se lo dio a conocer se lo motejó de ‘ayuda social para talibanes’. Viéndolo fríamente, la propuesta efectivamente produce extrañeza: ¿cómo habría de aplicarse un programa así en un país carente de infraestructura civil y quién habría de evaluar los casos? En muchos lugares son difusas las fronteras entre los pacíficos habitantes de los pueblos y los talibanes combatientes. Con semejante programa se corre pues peligro de financiar indirectamente la lucha contra las propias tropas.Y, finalmente, tampoco ayuda a los afganos que hayan abandonado a los talibanes tener asegurada financieramente su subsistencia, si por venganza alguien los decapita porque ni las fuerzas afganas ni las de la ISAF pueden velar por su seguridad a largo plazo.”

ERS/dpa

Editora: Rosa Macías