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En ello desempeña un papel central el tejido en que se aloja la grasa: el tejido adiposo blanco, que se acumula en el abdomen, las piernas y los glúteos. Funciona como depósito de energía no utilizada y constituye aproximadamente una quinta parte del peso corporal. El tejido adiposo pardo, en cambio, que se encuentra en la clavícula, cuello y espalda, quema la grasa y, con ello, obtiene energía para mantener el cuerpo a una temperatura constante. Los científicos han averiguado que la adenosina es capaz de convertir la grasa blanca en grasa parda y confían en que a partir de ella se pueda desarrollar un medicamento que ayude a eliminar kilos sobrantes.