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A la sombra de Schröder

17 de agosto de 2002

Algunos opinan que las inundaciones le cayeron del cielo al canciller Gerhard Schröder, para demostrar capacidad liderazgo antes de los comicios. Pero no es él quien tiene problemas de imagen, sino su partido, el SPD.

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Aplausos para Schröder en una reunión de la socialdemocracia.Imagen: AP

Los vientos que soplan en Europa actualmente no son precisamente favorables a la socialdemocracia. El entusiasmo de la década pasada se ha ido trocando en desazón; paso a paso, la centro-izquierda ha ido perdiendo terreno y elecciones en diversos países. Este es el panorama global que enfrenta, ante los comicios generales, el Partido Socialdemócrata alemán, dirigido por el canciller Gerhard Schöder.

El "nuevo centro"

La idea del "nuevo centro", proclamada años atrás por Schröder a dúo con su correligionario laborista británico, Tony Blair, hizo temblar por ese entonces al ala izquierda del SPD. Las fuerzas más tradicionalistas del partido -cuyo origen se remonta en Alemania a la segunda mitad del siglo XIX-, temieron una suerte de rendición ideológica ante la doctrina neo-liberal, avivada por el estrepitoso derrumbe del antiguo bloque oriental y el avance de la globalización.

Pero también ese discurso se ha ido matizando con el paso de los años y el peso de las responsabilidades gubernamentales. Poco se escucha hoy de aquellas ideas que en ocasiones provocaban más aplausos entre los empresarios que entre los asalariados, el clásico electorado de la socialdemocracia. En plena campaña electoral y con los sondeos de opinión en contra, el partido socialdemócrata alemán vuelve a remitirse a sus valores originales, como la solidaridad y la justicia social.

En busca de consensos

No obstante, el SPD mantiene un perfil orientado claramente hacia el centro del abanico político y a la búsqueda de consensos, como ha quedado claro a lo largo de la gestión de Schröder. Los resultado, sin embargo, no fueron precisamente alentadores en materias tan delicadas como la grave situación del mercado laboral. El pacto contra el desempleo, que el gobierno intentó fraguar con empresarios y sindicatos, terminó en estrepitoso fracaso.

Pero una vez más el canciller recurrió a la fórmula de buscar soluciones más allá de los límites de su partido. Fruto de ello son las recetas para generar puestos de trabajo que acaba de presentar una comisión de entendidos, presidida por el empresario del sector automotriz Peter Hartz. Pese a su incierto destino, los socialdemócratas cifran en dichas propuestas sus esperanzas de absolución ante el reproche popular de no haber podido derrotar al desempleo, que sigue afectando a cerca de 4 millones de alemanes.

Líder indiscutido

Tras cuatro años de gobierno -en alianza con Los Verdes- la socialdemocracia ha terminado por identificarse con su presidente, Gerhard Schröder, la única figura realmente carismática con que cuenta hoy en sus filas. Aquéllos que otrora pudieron disputarle el liderazgo han abandonado el escenario, como Oskar Lafontaine, el dirigente del Sarre conocido por su retórica encendida y su línea socialista de viejo cuño.

El resultado ha sido una homogeneización del partido, en el que ya no tienen lugar pugnas ideológicas internas. La cúpula no corre peligro en enfrentar mayores desafíos, ni menos golpes palaciegos. El precio: una pérdida general de atractivo como colectividad política, ante el lucimiento individual de su líder. Un fenómeno que podría explicar la curiosa situación reflejada en los sondeos de opinión, en los que el SPD consigue últimamente sólo alrededor de un 35% de adhesión, mientras la persona de Gerhard Schröder goza del favor de la mayoría absoluta del electorado.