A la medida de Juan Pablo II

La Repubblica, de Roma, apunta: "Fue una misa como la hubiera querido Karol Wojtyla. Una ceremonia con presencia de Oriente y Occidente: acudieron a ella Rowan Williams (Iglesia Anglicana), el Patriarca Bartolomeo I de Constantinopla y muchos dignatarios de Iglesias cristianas y otras religiones. Juan Pablo II termina su camino terrenal en hermandad, con un nuevo pacto entre el Sumo Pontífice y las masas. (...) Karol Wojtyla ha traspasado el umbral de la eternidad."

Potencia mundial

Die Welt, de Berlín, opina: "El Vaticano se presentó ayer como una potencia mundial. Quien vea en ello también una prueba de la fuerza de la civilización cristiano-occidental no se equivoca, pero debe tener en cuenta que esta demostración sólo tuvo lugar porque Juan Palo II traspasó las fronteras de Occidente. Él reconoció las culpas históricas de los cristianos frente a otros pueblos y religiones y, por momentos sin contemplaciones con la jerarquía eclesiástica ni con los viejos europeos, se nutrió de las energías espirituales de otras regiones del mundo. Y lo hizo con la fuerza de la fascinación de aquel que cree imperturbablemente en que lo medular de sus propias convicciones tiene validez para todos y en cualquier lugar. Justamente en ello radica la misión del Occidente cristiano: en liberarse de las fronteras, con confianza en sí mismo, para que todos consigan la paz y la libertad."

El poder del espíritu

Le Figaro, de París, subraya: "Durante su largo pontificado, Juan Pablo II encarnó el hecho de que se puede gobernar con el poder de la palabra. En esta época considerada materialista e individualista, la reflexión aún tiene su lugar y la espiritualidad sigue siendo un arma para expediciones de conquista. Este principio no sólo se restringe al mundo católico y cristiano: en el comienzo del siglo XXI, también otras religiones, comenzando por el Islam, aplican esta constatación con cierto éxito. Lo más equivocado sería pasarlo por alto."

Semanas sorprendentes

The Times, de Londres: "Estas fueron dos semanas sorprendentes. Comenzaron con la dolorosa aparición personal del Papa en la misa del Domingo de Resurrección, donde buscó palabras para la gente que se había congregado, pero no pudo pronunciarlas. Y terminaron con su adiós. El mensaje espiritual que entregó durante su largo pontificado, de seguro perdurará."

Santo espectáculo

El Tages Anzeiger, de Zurich, puntualiza: "Quien haya vivido esta semana en Roma, se vio forzosamente atrapado en este santo espectáculo. Y se sumió en un masivo remolino de profunda fe, veneración superficial, apasionamiento por la historia y mera curiosidad. Fue conmovedor e impresionante. (...) En la muerte, el Papa, secundado vigorosamente por los medios de comunicación, movilizó a las personas de una forma que la Iglesia no logrará repetir tan pronto. La rente rindió tributo a una personalidad que marcó una época. No fue sólo su cargo lo que movilizó o polarizó. Fue la persona de Karol Wojtyla."