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La subestimación del "brexit"

5 de octubre de 2016

Los partidarios del brexit se han intoxicado consigo mismos y subestiman las dificultades que supone la salida del Reino Unido de la UE. Un análisis.

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Großbritannien Parteikongress der Konservativen in Birmingham
Imagen: Reuters/T. Melville

En su primer discurso como líder conservadora, Theresa May lució feliz ante el congreso de su partido. Anunció, radiante y con voz muy clara, lo que los delegados querían escuchar: Gran Bretaña saldrá de la Unión Europea (UE), muy pronto y sin concesiones. Los tiempos en los que la ahora jefa del Gobierno británico respaldaba a David Cameron en la batalla por la permanencia en la UE parecen estar a años luz. Finalmente, el país recuperará el control sobre su legislación y se sacudirá las "cadenas de Bruselas", como expresara uno de los partidarios del brexit.

Describir como optimista el ambiente que reina en este congreso sería muy poco. Las bases conservadoras parecen en éxtasis. Cuando se habla de "soberanía" para "el más grandioso Parlamento del mundo", los delegados festejan con un estruendoso aplauso. Muchos consideraron siempre la pertenencia a la UE como algo que rebajaba su dignidad. Quieren volver a partir de un punto en el pasado, retomar el curso de aquel imperio perdido, de la Commonwealth, abrirse "al mundo" en vez de ser solo unos "little Europeans" más, aunque la membresía en UE no le impide realmente a nadie negociar con el resto del mundo.

Celebrados como estrellas 

Desde una perspectiva europea, es difícil entender por qué una asociación de Estados democráticos es presentada como semejante monstruo por conservadores como el diputado europeo Dan Hannan. El 24 de junio, el día después del referendo, fue comparado por Hannan con el schock que sufre un prisionero cuando es repentinamente liberado.

Maaß Birgit Kommentarbild App
Birgit Maaß, desde Londres

Partidarios del brexit como Dan Hannan −que habrían posibilitado la salida con su bregar incansable y desinteresado− han sido celebrados como estrellas en este congreso. Los llamados "remainer", que lucharon por permanecer en la UE, andan por el contrario con la cabeza enterrada en la arena. ¿Quién quiere que su partido lo etiquete como llorón y detractor? Tampoco se habló mucho en este congreso de ese 48 por ciento de la población que se pronunció en el referendo a favor permanecer en la UE. Theresa May no mencionó una palabra sobre cómo piensa sumar a su proyecto de país a esos jóvenes británicos que hoy creen que el brexit les robará su futuro.

La postura de los partidarios del brexit frente a la UE ha sido condescendiente, burlona. Se podría invitar a "Monsieur Juncker" a Westminster, dicen, para negociar allí con él. Aunque antes, dicen, tendría que solicitar una visa. Este chiste del diputado Jacob Rees-Mogg tuvo buena acogida. Nadie aquí quiere aceptar que, ante las complejas negociaciones por venir, el Reino Unido necesitará de la buena voluntad de Bruselas y del resto de los Estados miembros. 

¿Quién necesita más a quién?

La UE es, con mucho, el mayor mercado para el Reino Unido: 44 por ciento de todas las exportaciones británicas se dirigen a la UE, en dirección contraria la cifra asciende solo al 17 por ciento. La UE necesita más al Reino Unido que al revés, opinan sin embargo muchos en el partido conservador. Pero si llega el llamado "brexit duro", sin acceso al mercado común, la economía británica podría sentir con rigor las consecuencias.

Theresa May haría bien en dejar celebrar solos a sus triunfantes correligionarios y seguir, en su lugar, el consejo del experto europeísta Charles Grant, mostrándose "humilde y cortés" en las negociaciones con la UE. La jefa de Gobierno debería evitar, a golpe de diplomacia, que la UE decida castigar ejemplarizantemente al Reino Unido por su salida. May no solamente responsable de su partido, sino de todo el país.

Autora: Birgit Maaß