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Guantánamo: ¿reclusos sin destino?

Rahel Klein (ERC/ERS)16 de agosto de 2016

A su pesar, el presidente de Estados Unidos no puede cerrar el campo de detención de Guantánamo. Aunque los Emiratos Árabes Unidos acaban de acoger a quince reclusos, allí quedan más de cuarenta cuyo destino es incierto.

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Imagen: picture-alliance/Everett Collection/J. Nistas

En enero de 2009, poco después de asumir la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama prometió cerrar el campo de detención de Guantánamo. En el curso de un año no debería quedar ni un solo recluso en sus instalaciones, enfatizó entonces. Hoy, siete años más tarde y pocos meses antes de que termine su mandato, todavía hay 61 personas allí esperando conocer su destino. Poco menos de un tercio de los presos tiene autorización para abandonar la cárcel, pero ningún Estado se ha mostrado dispuesto a acogerlos.

Promesa incumplida

Este lunes (15.8.2016), el Ministerio de Defensa estadounidense anunció que los Emiratos Árabes Unidos recibirían a quince reclusos. Pero, ¿qué será de los más de cuarenta restantes? Aunque el plan de Obama es transferirlos a diferentes prisiones del territorio estadounidense continental y clausurar el centro ubicado en el extremo oriental de Cuba, sus opositores, que dominan el Congreso, se niegan a apoyar ambas mociones, esgrimiendo, entre otros argumentos, el peligro que estos presos representarían para la seguridad nacional.

El derecho a abandonar Guantánamo sólo se le concede a aquellos que, tras una investigación exhaustiva, son catalogados como inofensivos por las autoridades a cargo de la seguridad estadounidense. Generalmente, éstos son puestos en libertad en su país de origen o en otro Estado; a algunos se les continúa vigilando, o se les somete a terapias de rehabilitación, o se les impone restricciones de viaje después de salir de Guantánamo. El cinco por ciento de los hombres liberados hasta ahora ha vuelto a participar en actividades extremistas.

El caso Murat Kurnaz

Y se estima que el ocho por ciento de quienes han salido del centro de detención se involucra nuevamente en proyectos de índole terrorista. Pero eso deja libre de sospecha al restante 87 por ciento. Y en el afán de las potencias occidentales por ponerle coto a grupos terroristas como Al Qaeda se cometieron errores que siguen pesando sobre muchas vidas. Como muestra, el caso sonado del alemán Murat Kurnaz, quien pasó cuatro años y medio en Guantánamo pese a ser inocente de los cargos elevados en su contra.

Los investigadores determinaron que Kurnaz no tenía nada que ver con las actividades terroristas que se le atribuyeron y autorizaron su salida de Guantánamo en 2002, pero tanto la cancillería como el Ministerio de Exteriores de Alemania se negaron a recibirlo. Fue apenas en 2006 cuando Kurnaz pudo regresar a Alemania y contar los tratos crueles a los que fue sometido durante su injustificado presidio. Él fue uno de los tres reclusos de Guantánamo que el Gobierno germano acogió, alegando que ese era su aporte humanitario contra el campo de detención que Berlín siempre había criticado.