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La marea roja que amenaza a Chiloé

Mónica Nanjari (CP)9 de junio de 2016

Hace dos semanas la marea roja desató un enorme conflicto en el sur de Chile. Las protestas y bloqueos de caminos dejaron a Chiloé aislado. El gobierno trata de llegar a acuerdo con las comunas que siguen movilizadas.

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Imagen: picture-alliance/dpa/Bildfunk/S. Silva

Cuando comenzó la marea roja en el archipiélago de Chiloé, el nivel de mortandad de la fauna marina se disparó y los pescadores se quedaron sin fuente laboral, desatando una crisis que derivó en protestas con bloqueos de caminos. Ya van 14 días de movilizaciones, en las que las demandas se incrementaron, abarcando otras reivindicaciones en educación y salud. Pese a que el Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet nombró "ministro coordinador" al titular de Economía, Felipe Céspedes, para resolver el conflicto, todavía quedan tres comunas que no aceptan lo que se les ofrece, básicamente bonos de dinero.

La marea roja que afecta a Chiloé es ocasionada por la floración algal nociva (FAN) de la microalga Alexandriun catenella. “Su aparición ha sido recurrente en el sur de desde la década del 70, cuando se registró por primera vez en la Región de Magallanes. Luego, en los 90, avanzó hacia la Región de Aysén y posteriormente, en el 2002, alcanzó la Región de Los Lagos. Hoy vemos un escenario nunca imaginado, con la presencia de esta floración en la zona oceánica de Región de Los Lagos y con registros hasta la Región de Los Ríos. Debemos aprender a vivir con este fenómeno”, explica a DW Alejandra Aguilera, bióloga marina y doctora en Ciencias Biológicas.

Aparte de la lucha entre Gobierno, pescadores y ciudadanos, en lo concreto, hay que esperar que pasen tres meses o más para que la marea roja se retire y la toxicidad del mar desaparezca, añade.

Alfredo Tello, gerente general de Intesal.
Alfredo Tello, gerente general de Intesal.Imagen: Renate Yungue

Desastre ambiental

Para muchos, lo que ocurrió en Chiloé no es sólo efecto de la marea roja, sino que responde a un desastre ambiental en el que tendrían relación directa las salmoneras ubicadas en la región. El vertimiento de cuatro mil toneladas de peces descompuestos en el mar coincidió con el desastre provocado por la marea roja. Por lo mismo, hoy se investiga la relación que podría existir entre ambos episodios a través de un equipo de expertos nombrado por el Gobierno de Chile.

Para los productores de salmón, la culpabilidad que se les atribuye responde a desinformación y a una coincidencia desafortunada. Alfredo Tello, gerente general de Intesal, perteneciente a Salmón Chile, cuenta a DW que “a fines de febrero tuvimos un florecimiento del alga Pseudochatonella que mató 40 mil toneladas de peces. La mayoría se llevó a vertederos y plantas reductoras, pero hubo un porcentaje por el cual la industria pidió autorización para usar el Protocolo de Londres, que dice que en emergencias se puede verter peces en zonas donde no se provocará impacto en la salud ni en el medio ambiente. El vertido se realizó 130 kilómetros mar adentro de la Décima Región y se ha tratado de vincular este hecho con lo que ocurre en Chiloé, pero no tienen relación”.

Aunque la marea roja no afectó a los salmones, los productores sí se vieron afectados por los bloqueos impuestos por los pescadores. “Para nosotros, la isla está bloqueada en términos operativos y eso congela más del 30 por ciento de la producción nacional. Por lo tanto, la industria está paralizada No podemos exportar, hay trabajadores que no pueden llegar a su trabajo, es bien complejo el escenario. En números, arriesgamos en ventas mil millones de dólares al no poder operar”, dice Tello. Un 5 por ciento de la producción salmonera chilena se exporta a Alemania.

La otra versión del vertido de salmones la entrega el movimiento Defendamos Chiloé, para quienes resulta imposible confiar en los investigadores nombrados por el Gobierno. “Necesitamos un comité científico independiente de nivel nacional y quizás internacional, porque la industria salmonera está vinculada prácticamente con todos los laboratorios y colegios de biólogos marinos en Chile, entonces no hay nada que nos asegure transparencia e independencia en un proceso como éste”, dice a DW Juan Carlos Viveros, coordinador general de esa organización ciudadana.

Juan Carlos Viveros, portavoz de Defendamos Chiloé.
Juan Carlos Viveros, portavoz de Defendamos Chiloé.Imagen: Juan Carlos Viveros

Y agrega que “acá hay un desastre ambiental que tiene dos partes: una es la marea roja, y la otra es el vertimiento y contaminación realizado durante décadas por parte de la industria salmonera. Esto no se reduce a una crisis de pescadores por marea roja. El problema es mucho más grande”.

El efecto salmón

La arista que relaciona a las salmoneras con la marea roja es la que más polémica ha generado. Al respecto, la bióloga marina Alejandra Aguilera explica que “no hay evidencia de que ambas cosas estén conectadas, pero en general, la actividad acuícola intensiva tiene un impacto que podría reflejarse en la calidad del agua y observar cambios en el fitoplancton. La relación salmoneras-FAN se podría corresponder con el aumento de nutrientes en la columna de agua, y con los traslados operacionales y de productos vivos entre áreas geográficas diferentes. Esto puede servir de vector para transportar quistes del alga nociva, pero el vertimiento de salmones muertos en el mar no influyó en lo ocurrido en Chiloé, porque las toxicidades registradas fueron detectadas antes de la descarga”.

Y subraya que en este caso “se debe tener en cuenta que simultáneamente a la presencia de la FAN actual, ocurrió un evento que desató lo que hoy estamos viviendo, se trata de la FAN provocada por la microalga Pseudochatonella cf. verruculosa, que mató toneladas de salmones en cultivo. Ambos eventos se conjugaron en una oleada de información falsa, sumado al lento actuar de las autoridades, que ha complicado aún más la situación, ya que hoy tenemos opinión científica, opinión técnica institucional y opinión política hablando desde veredas que no les competen”.