UE-Costa Rica: un pasado bueno, ¿un futuro mejor?
29 de marzo de 2018Desde 1984, cuando aunaron esfuerzos para pacificar la región centroamericana, entre la Unión Europea y Costa Rica el diálogo no ha dejado de ser ejemplar. También el comercio; lo mismo la cooperación, también en agendas internacionales. "La amistad y la estrecha relación con la UE no la pone en duda ninguno de los dos candidatos presidenciales", explica a DW Werner Böhler, representante de la Fundación Konrad Adenauer en San José. Imbuida de cuestionamientos éticos y religiosos acerca de la educación sexual y del derecho a formalizar uniones homosexuales, la campaña electoral, que concluye el domingo de Pascua (01.04.2018), ha relegado a segundo plano los verdaderos problemas del país.
"El crecimiento económico ya no es tan brillante, el gran endeudamiento, el déficit, la criminalidad resultante del narcotráfico que es muy preocupante en un país que ha sido tan pacífico como Costa Rica. También la infraestructura faltante y la burocracia que ocasionan un freno al crecimiento de la economía", puntualiza Böhler. El especialista prevé que, si bien con acentos propios en cuanto a política interna, la realidad, gane quien gane, acabará por imponerse.
Las necesidades costarricenses
"La sociedad costarricense demanda una forma de desarrollo donde el crecimiento económico tenga la cualidad de ser inclusivo, que permita el bienestar de la gente; el apoyo de Europa en la mejora de la gestión pública para dirigir nuestras políticas en concordancia con los objetivos de desarrollo sostenible", declaraba en el marco de un encuentro de cooperación con la UE Olga Marta Sánchez, ministra de Planificación Nacional.
En los rubros seguridad ciudadana, desarrollo de la fiscalidad y profesionalización de los servidores públicos, la ministra detecta campos de acción conjuntos con la UE. También la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas. "Es que la resolución de esto no está a nivel nacional", puntualiza la ministra.
Balance fructífero
Efectivamente, echando la vista atrás, en el haber de esta cooperación fructífera, hay un programa para profesionalizar las fuerzas del orden, otro para evitar el abandono escolar, uno para potenciar a las mujeres y la formación de empresas. También la protección de minorías y un acuerdo para crear, a nivel de institución, un diálogo formal entre gobierno, empresas y sociedad civil. También está el trabajo conjunto contra el cambio climático, en el cual colaboran cinco agencias europeas y dos de Naciones Unidas.
"Que el programa siga o termine, depende del diálogo abierto acerca de las necesidades y las expectativas de cada uno de los 18 países con quienes colaboramos en América Latina", explica a DW Alexandra Cortés, especialista en comunicación del proyecto EuroClima. En proceso de licitación con Costa Rica se encuentran en este momento proyectos de movilidad urbana, bosques, biodiversidad y ecosistemas y también la gobernanza climática.
No será la vía clásica
El problema con la presencia europea en la cooperación radica, precisamente, en que Costa Rica es lo que la Comisión Europea ha llamado "una exitosa historia de desarrollo". La diversificación de su economía -de productor de bananas, piña y café a biotecnología y turismo- la convirtió en un país de renta media alta. Ya no es un país que necesita ayuda al desarrollo, en el sentido clásico. No obstante, sí necesita el know-how: debido al cambio climático las exportaciones agrícolas de la región han disminuido en un 21% en los últimos cinco años.
"Se puede pensar en nuevos acuerdos, sean bilaterales o regionales. Si piensa en el medio ambiente, Costa Rica está mucho más adelante que sus socios regionales. En las energías renovables, en cuanto a tecnologías del sector salud: allí hay muchas posibilidades para la UE, especialmente, para Alemania", sigue Böhler.
Unida desde 2013 a la Unión Europea -junto con Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Panamá- por el Acuerdo de Asociación, Costa Rica, con uno de los más altos índices de desarrollo humano de la región (detrás de Chile, Argentina, Panamá y Bahamas) y siendo el origen del 60% de las importaciones europeas de la región, es una ficha clave entre el Pacífico y el Caribe.
El comercio entre San José y la UE ha crecido un 20% en la última década; en general, las exportaciones de la UE hacia América Central se han incrementado en un 3,5% desde 2013. Por otro lado, de toda la inversión extranjera directa presente en Costa Rica, la europea representa el 26%; de España (66%), Italia (24%) y Holanda (7%) provienen las inversiones mayormente en los sectores de servicios, manufacturas y agrícola. Para la biotecnología y las energías verdes (eólica y solar) Costa Rica es un enclave muy importante.
No dormirse en los laureles
Si el balance pasado es bueno, el futuro está por ganarse. No tanto por que se teman sorpresas políticas; más bien por otros actores en la región. Aparte del peligro que representa para la estabilidad el crimen organizado internacional -al que se atribuye buena parte del porcentaje de la creciente violencia en el país- la presencia de otros actores económicos restarían peso a los europeos.
"Las grandes infraestructuras tanto en el Pacífico como en el Atlántico se están construyendo con consorcios chinos. Eso es una cuestión de inversión global. Ahí la UE tiene que pensar en el futuro. China no sólo está en Costa Rica, sino también en Panamá. En general en toda la región", afirma Böhler.
También en el campo de la cooperación: desde 2008 China es donante oficial del Banco Interamericano de Desarrollo, observador en la OEA y en Alianza Pacífico. También Japón: según un estudio del Parlamento Europeo, es el principal donante extranjero en algunos países del Caribe, entre ellos Costa Rica.
Así las cosas, ¿se puede ver con optimismo el futuro de las relaciones entre la UE y Costa Rica? A pesar de acentos internos más o menos o conservadores, el especialista de la KAS responde: "Se podría ser optimista siempre y cuando la UE reaccionara a las necesidades de Costa Rica. Es muy importante que no midamos a este pequeño país de cinco millones de habitantes por su producto interno bruto. Que la Unión vea que es un socio confiable en la ONU, en la OECD, una voz valiosa que sería de interés de la UE esforzarse en conservarla".
Mirra Banchón (VT)