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Opinión: en Turquía no hay ningún triunfo de la democracia

Rainer Hermann
14 de julio de 2017

Desde el intento de golpe de Estado hace un año, Turquía ha cambiado drásticamente. Un deterioro que comenzó mucho antes, dice Rainer Hermann, del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.

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Türkei Flagge in Istanbul
Imagen: Getty Images/AFP/G. Ozturk

Solo la forma como el gobierno de Turquía recuerda la fecha del intento de golpe de Estado en 2016 muestra lo mucho que Ankara se ha alejado de Europa. Este fin de semana, con motivo del primer aniversario, el gobierno turco pone en escena un evento multitudinario digno de una República Popular, como China o Corea del Norte.

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El gobierno de Turquía habla de la celebración de la "Victoria de la democracia”, al mismo tiempo que la elimina, porque todo en Turquía se centra en Erdogan. Él se deja aclamar como el héroe que refundó Turquía tras la derrota del intento del golpe de Estado.

Si bien los turcos habían votado por Erdogan y su partido AKP varias veces desde el año 2002, el proyecto de Erdogan de "refundar a Turquía" con un sistema presidencial que sustituyera la democracia parlamentaria, siempre fue rechazado. Pero Erdogan utilizó entonces el fallido golpe de Estado de hace un año para reemplazar la República de Atatürk por la República de Erdogan.

Si bien la primera república era una democracia imperfecta, la nueva no es ni  liberal ni democrática.  La "nueva república” se basa en el mito en torno a Erdogan: quien critique su agenda religioso-conservadora, es considerado enemigo de la "nación".

El estado de excepción facilita la estigmatización y persecución de los críticos y disidentes como supuestos "terroristas". Después del intento de golpe, los despidos y detenciones masivos han alcanzado dimensiones horrorosas. Pero la persecución ya había comenzado en 2014, en respuesta a las investigaciones de corrupción del círculo de poder de Erdogan. Desde entonces, empezaron a crecer las listas de personas despedidas o detenidas.

Kilicdaroglu, líder de la oposición del "Partido Republicano del Pueblo" (CHP),  denunció a su tiempo las instigaciones de Erdogan como un "golpe controlado". Erdogan, según Kilicdaroglu, estaba al tanto de los planes del golpe y tuvo el control del mismo. Aún así, no lo detuvo.

La "Marcha de la Justicia", dirigida por Kilicdaroglu, que durante varias semanas caminó de Ankara a Estambul, no afectó a Erdogan, pero sí hace renacer esperanza. El CHP fue durante muchos años un partido amañado, que ahora se reinventa como anti- establecimiento y opositor al corrupto Partido de Estado AKP de Erdogan.

Pero Erdogan marca los límites: el diputado, representante de Kilicdaroglu, acaba de ser condenado a 25 años de prisión. En Turquía no se celebra el "triunfo de la democracia”, ni este fin de semana, ni después.

Rainer Hermann (FAZ)  (JOV/CHP)