Entrevista con Oliver Bierhoff.
12 de mayo de 2016Deutsche Welle: ¿Qué le ha quedado en el recuerdo de la Eurocopa 2000?
Oliver Bierhoff: El caos. Comenzamos el torneo ya con dificultades. Nuestro equipo no era tan fuerte y tampoco había unidad en el cuerpo técnico. Eso se hizo perceptible ya durante la preparación. Había discusiones constantemente. En retrospectiva, uno siempre lo ve más claro. Yo, como capitán, intenté influir un poco. Pero las diferencias entre los grupos eran grandes y no estaban muy dispuestos a cambiar las cosas. Había una fracción de Leverkusen, una fracción de Múnich, Lothar Matthäus seguía en el equipo. De alguna manera no había liderazgo y, a fin de cuentas, faltaba también la calidad.
¿Qué efecto tuvo el haber tocado fondo?
Oliver Bierhoff: La Eurocopa 2000 fue naturalmente el detonante que hizo que los responsables tuvieran que reaccionar. En el año 2000 nos despertamos de ese hermoso sueño que era creer que todo se lograba por descontado. Tras la victoria en el mundial de 1990, Franz Beckenbauer anunció que Alemania, con la incorporación de los jugadores de la extinta RDA, sería invencible durante décadas. Y nos lo creímos, nos palmeábamos la espalda, no hacíamos nada y no nos dábamos cuenta de que otros países nos estaban adelantando por la derecha y por la izquierda. Solo el mal resultado en el campeonato de Europa 2000 nos hizo despertar y entonces vimos que había que cambiar la cosas.
El promedio de edad de aquel once del 2000 superaba los 31 años, el del equipo actual está por debajo de 25. ¿Qué pasó en los últimos 16 años?
Oliver Bierhoff: Se despertó la conciencia, la disposición a invertir en jugadores jóvenes. Sobre todo, los centros de alto rendimiento fueron una decisión increíblemente importante. Porque en ellos se comenzó a trabajar de una manera muy distinta, los expertos se reunieron e intercambiaron conocimientos, se hizo mucho más por mejorar la calidad de la formación, también por parte de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) con el programa de fomento de nuevos talentos. Tras el fútbol vacilante que jugamos en la Euro 2000, el lema era: “tenemos que divertirnos, tenemos que mejorar la técnica, tenemos que favorecer a los jugadores ágiles”. Y por eso contamos ahora con futbolistas como Marco Reus, Mesut Özil o Mario Götze. Jugadores habilidosos y muy fuertes técnicamente.
Y pese a este éxito, la DFB planea al parecer el próximo paso, el llamado “proyecto del siglo”: la academia, el nuevo centro del fútbol alemán en Fráncfort del Meno. ¿Para qué necesita Alemania esta academia?
Oliver Bierhoff: No debemos quedarnos parados, tenemos que seguir desarrollándonos siempre. Y precisamente tras ganar la copa del mundo es de enorme importancia no creer que el éxito está garantizado durante décadas. Yo me he dedicado a pensar en qué podemos mejorar. Queremos intentar combinar la formación, el deporte profesional, la investigación, la innovación y el desarrollo. Queremos intentar engranar estas distintas áreas para hacer entre todos que el fútbol evolucione. El punto clave es reunir a los protagonistas —entrenadores, jugadores, árbitros y expertos— para que se inspiren mutuamente y desarrollen nuevas ideas. Como el técnico comercial que soy, solo puedo decir: nuestra federación necesita una selección nacional que tenga éxito. Porque ese combinado nacional genera el 70 por ciento de los ingresos de la DFB, gracias a los patrocinadores, el dinero de la televisión, la taquilla y los torneos. Así que tenemos que ocuparnos de contar siempre con jugadores del máximo nivel. Y para tener estas estrellas, debemos disponer del conocimiento más avanzado incluso en el nivel más inferior. Tenemos que captar a los niños de cinco años, de diez años, e invertir desde temprano en la calidad. Y podemos conseguirlo.
¿Cuál es el punto fuerte del fútbol alemán?
Oliver Bierhoff: La infraestructura y el talento organizativo de los alemanes. Es un hecho. Si uno viaja por el mundo, lo sabe: la ingeniería alemana —aunque no esté pasando ahora por su mejor momento— es extraordinaria. Si hacemos algo, lo hacemos bien y lo hacemos de forma bien organizada. A veces se echa en falta tal vez un poco de flexibilidad o de soltura. Pero tenemos una infraestructura fantástica en Alemania, con grandes estadios, excelentes centros de formación y magníficas instalaciones en los clubes. Estamos en condiciones de llevar a la práctica nuestro conocimiento con buena organización. En eso somos buenos.
Oliver Bierhoff nació en Karlsruhe en 1968. A finales de los años 80 disputó a sus primeros partidos en la Bundesliga para el Uerdingen, el Hamburgo y el Mönchengladbach, antes de dar el salto al fútbol italiano en 1991. Allí vivió su época de mayores éxitos como futbolista en activo. En 1998 fue el máximo goleador de la Serie A con el Milán, y en 1999 se coronó campeón de liga. Pero Bierhoff marcó su gol más importante con la camiseta de la selección alemana: en la final de la Eurocopa de 1996 anotó el primer gol de oro de la historia del fútbol. Desde 2004, Oliver Bierhoff es mánager de la selección alemana. Una de sus responsabilidades es la estrategia comercial del equipo. Además, es jefe de proyecto de la Academia de la Federación Alemana de Fútbol (DFB).