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El "vacunagate" peruano: los electores pasarán la cuenta

Oliver Pieper
19 de febrero de 2021

Mientras millones arriesgan contagiarse trabajando en las calles de Perú, políticos, prelados y funcionarios se saltan la cola de vacunación. El castigo llegará en las elecciones del 11 de abril, creen expertos.

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Un voluntario recibe la vacuna en Perú
Un voluntario recibe la vacuna de Sinopharm durante los estudios clínicos en Perú. Imagen: Ernesto Benavides/AFP

La lista de vacunados prematuros de Perú incluye 487 personas que fueron vacunadas prematura, secreta e ilegalmente  contra COVID-19 con la vacuna china de Sinopharm. Uno de cada cuatro es funcionario del Estado peruano. El "vacunagate” se destapa apenas dos meses antes de las elecciones presidenciales y legislativas del 11 de abril.

"En gobiernos anteriores, lo terrible eran los vínculos con el narcotráfico. Los peruanos esperaban que los nuevos dirigentes fueran diferentes", dice Mayte Dongo, historiadora y politóloga de la Universidad Católica de Perú, en Lima.

El pasado mes de agosto, el grupo chino Sinopharm lanzó un ensayo de vacunación de fase III a gran escala en 125 países. Tras el ensayo en Perú quedaron 3.200 unidades de vacunas. Una oportunidad que políticos y funcionarios aprovecharon para hacerse vacunar.

"La población también asocia el escándalo con el nuevo gobierno", dice Dongo. No con el jefe de Estado Francisco Sagasti, que fue elegido presidente interino por el Congreso a mediados de noviembre. Pero sí con la ministra de Sanidad, Pilar Mazzetti, y la de Asuntos Exteriores, Elisabeth Astete. Ambas ya dimitieron y podrían ser condenadas a hasta ocho años de prisión.

¿Qué hace que el escándalo de las vacunas en Perú sea tan especial?

"Muchos políticos han pisoteado la confianza depositada en ellos, y es posible que lo veamos en las elecciones de abril", dice la politóloga, "porque la gente está harta, y podría optar por un candidato que diga no pertenecer a la élite. Y eso es peligroso porque favorece el populismo", agrega Mayte Dongo.

Ahora bien, lo que ocurrió en Perú está ocurriendo en todo el mundo, todos los días. En Alemania y Austria, algunos alcaldes se han saltado la fila; en España, lo hicieron el máximo responsable militar y el obispo de Mallorca; en Polonia, el ex primer ministro; en Gran Bretaña, un diputado conservador. Al igual que las naciones industrializadas se abastecen desconsideradamente de vacunas, son los dirigentes y las élites los que mueven los hilos para conseguir una rápida inyección.

Para el neurobiólogo Edward Málaga-Trillo, el caso de Perú es sin embargo incomparable. "Por un lado, la escala es mucho mayor. Además, entre los vacunados no sólo hay políticos, sino también investigadores y médicos, que deberían saber mejor que nadie qué línea ética están traspasando", afirma el científico limeño. "Pero, sobre todo, esto ocurre en un país que, durante meses, fue el que más muertes sufría por COVID-19 en el mundo, en relación con el número de su población".

El "vacunagate" es también una bofetada a los médicos e investigadores. Málaga-Trillo, que investigó en Alemania durante más de dos décadas, considera incluso que el escándalo es un "insulto personal". Él y su equipo están en primera línea desde el primer pico de la pandemia.

Perú lucha contra cuatro crisis a la vez

Hasta principios del año 2000, el neurobiólogo seguía realizando investigaciones básicas sobre la enfermedad de Alzheimer con 3.000 peces cebra de su laboratorio. Con el estallido de la pandemia, pasó a desarrollar pruebas moleculares rápidas para detectar el coronavirus.

Para ello, los investigadores asumen un alto riesgo personal. Y mientras la mayoría de los peruanos están encerrados en casa debido a las cuarentenas, su joven equipo sale a las calles, tomando día tras día muestras del virus, algunos políticos se hacen vacunar ilegalmente.

Según Málaga-Trillo, el "vacunagate" es la cuarta crisis que golpea a Perú al mismo tiempo. Además de la pandemia, la crisis económica y la crisis política, ahora hay una crisis moral.

El "vacunagate" afecta la lucha contra la pandemia

Las consecuencias son devastadoras, sobre todo para la institución de investigación del neurobiólogo. La Universidad Peruana Cayetano Heredia era considerada la versión peruana de la renombrada Charité alemana, una universidad de élite en la investigación de pandemias. El estudio de la vacuna con Sinopharm tuvo lugar en dicha universidad de Lima.

Como consecuencia, su rector y vice rector dimitieron, se retuvieron los fondos para investigación, y es posible que ya no se puedan realizar ensayos clínicos en ella. Para Edward Málaga-Trillo, "esa gente también ha manchado la ciencia, y le ha dado un duro golpe a lucha contra la pandemia". 

(jov/cp)