Bajo la influencia del chocolate
2 de marzo de 2014Como materia prima, el cacao tiene un lugar privilegiado en la industria alimenticia internacional. Y mucho más el chocolate como producto terminado. Pero también el establishment científico le asigna a este “manjar de los dioses” un sitio especial en los laboratorios. Y es que una investigación tras otra viene demostrando desde hace mucho tiempo la considerable influencia que el chocolate ejerce sobre ciertas funciones corporales. Cuanto más oscuro y amargo, más potentes son sus efectos.
Numerosos experimentos demuestran que el chocolate debe contener por lo menos un 70 por ciento de cacao para poder dejar secuelas positivas en el organismo. El secreto de sus cualidades más saludables está en los flavonoides de las semillas de cacao, tejidos de fibras vegetales con propiedades antiinflamatorias que regulan los triglicéridos, los fosfolípidos y el colesterol; contribuyen a bajar la presión arterial; ralentizan el proceso de envejecimiento y mejoran el rendimiento de los procesos mentales, incluido el de la memoria.
¿Alivia un bombón las penas?
“La sangre puede fluir más fácilmente gracias al consumo de cierto tipo de chocolates”, sostiene Angela Bechtold, de la Sociedad Alemana para la Alimentación, al explicar las ventajas de ese alimento para el sistema inmunológico y el aparato circulatorio. Hasta cierto punto, acota la experta, comer chocolate previene la arterioesclerosis y los accidentes cerebrovasculares. Con frecuencia se oye decir que el chocolate sube los niveles de serotonina, propiciando el buen ánimo. Pero, ¿cuánto debemos comer para sentirnos felices?
La respuesta de los especialistas: solo inmensas cantidades proporcionan la sensación de alegría que usualmente se le atribuye a una tableta de chocolate. En otras palabras, la noción de que un bombón alivia los pesares no tiene respaldo científico. Por otro lado, el chocolate no solo está allí para ser devorado. La industria de la cosmetología y la estética promueve desde hace años las mascarillas faciales, los baños y los masajes de chocolate, describiéndolos como fuentes de disfrute inusuales.